Vigilia Pascual
Tiempo Pascual
El futuro del hombre no es la nada, sino la vida. Cristo ha resucitado gracias al poder de Dios.
El Dios de la promesa es fiel: cumple su Palabra. Jesucristo es el Primogénito de los resucitados, la garantía del nuevo mundo que nos espera.
La resurrección de Jesús es un acontecimiento real. También es una experiencia. ¿Somos capaces de proclamar con verdad que el Señor ha resucitado? La esperanza que Jesús, el Señor, nos brida, es la causa del gozo de la Iglesia.
“Este es el día en que actuó el Señor.
Sea nuestra alegría y nuestro gozo”
Este es el día en que actuó el Señor, gocemos y alegrémonos en él. Este es el día primero del verdadero año nuevo, que el Señor Jesús ha inaugurado con su resurrección. Este es el primer domingo del año cristiano; todos los demás domingos serán como un eco de este día. Hoy es la solemnidad de la Pascua, la fiesta de las fiestas, anuncio de la fiesta eterna.
Vigilia Pascual
Según una antiquísima tradición, esta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigila que tiene lugar en la misma, conmemorando la noche santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como “la madre de todas las santas Vigilias” (San Agustín). Durante la vigilia, la Iglesia espera la resurrección del Señor (Ceremonial de los Obispos, n. 332).
En la paz descansa Cristo. No es ésta la inercia de la muerte. Evoca, por el contrario, el descanso divino del día séptimo de la creación. Cristo ha recreado el mundo, haciendo nuevas todas las cosas con su redención. Descansa en la perfección de su obra consumada. Todo lo ha hecho perfectamente; y ahora su espíritu vive en el seno del Padre con el nuevo gozo redentor.
La profunda noche del pecado y la separación de Dios en que los hombres hemos caído, y caemos todavía, es vencida por Jesucristo resucitado, la Luz del mundo.
La Vigilia Pascual empieza precisamente evocando este misterio. El “fuego nuevo” rompe las tinieblas materialmente, pero encender el cirio pascual nos da el sentido y destino de esta luz: “Que la luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe la tinieblas del corazón y del espíritu”.
Esta luz se enciende para nosotros, para la Iglesia que “en esta noche santa... invita a todos sus hijos diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración”.
"Ésta es la noche en que,
rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende
victorioso del abismo...
¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó
de entre los muertos”
Celebración Litúrgica
La celebración está estructurada en cuatro partes:
Iniciación de la Vigilia o Lucernario: Bendición del fuego, procesión y Pregón pascual.
Vigilia, Liturgia de la Palabra: La Iglesia proclama y medita las maravillas que Dios ha hecho con su pueblo.
Liturgia Bautismal: Celebración del bautismo y renovación de las promesas bautismales.
Liturgia Eucarística: Es la Eucaristía más importante de todo el año.
Primera parte: Lucernario o solemne comienzo de la Vigilia
Bendición del fuego y preparación del cirio
Se apagan las luces de la Iglesia. El pueblo, juntamente con el Sr. Arzobispo y los Ministros, se congrega en la Puerta de Palmas de la Catedral, donde arde el fuego. Uno de los ministros lleva el cirio pascual.
El Sr. Arzobispo saluda, como de costumbre, al pueblo congregado, hace una breve monición sobre el sentido de esta vigilia nocturna y bendice el fuego.
Bendecido el fuego, un acólito, u otro ministro, lleva el cirio pascual al Sr. Arzobispo; éste, con un punzón, graba una cruz en el cirio.
Después traza en la parte superior de esta cruz la letra griega Alfa, y debajo de la misma la letra griega Omega: en los ángulos que forman los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso.
Acabada la incisión de la cruz y de los otros signos, el Sr. Arzobispo incrusta en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz.
El Sr. Arzobispo enciende el cirio pascual con el fuego nuevo.
"La luz de Cristo
que resucita glorioso,
disipe las tinieblas del corazón
y del espíritu".
Procesión
El diácono toma el cirio pascual y, manteniéndolo elevado, canta: "Luz de Cristo", y todos responden: “Demos gracias a Dios”.
Después todos entran en la iglesia precedidos por el diácono con el cirio pascual. En la puerta de la iglesia, el diácono, de pie y elevando el cirio canta de nuevo: "Luz de Cristo", y todos responden: “Demos gracias a Dios”. Y encienden sus velas de la llama del cirio pascual, y avanzan.
El diácono, al llegar ante el altar, de pie y vuelto al pueblo, canta por tercera vez: "Luz de Cristo", y el todos responden: “Demos gracias a Dios”.
Pregón pascual
El diácono pone el cirio en candelabro colocado en medio del presbiterio o junto al ambón; seguidamente, una vez puesto el incienso pide y recibe la bendición del Sr. Arzobispo y después de incensar el cirio pascual y el libro, proclama el Pregón Pascual.
Los fieles escuchan en pie y con los cirios encendidos en sus manos.
“Exulten por fin los coros de los ángeles exulten las jerarquías del cielo, y por la victoria del Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación. |
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Es Cristo, tu Hijo resucitado, que al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina glorioso por los siglos de los siglos”. |
Segunda parte: Liturgia de la Palabra
Las lecturas de la Sagrada Escritura describen momentos culminantes de la historia de la salvación, cuya meditación se facilita a los fieles con el canto del salmo responsorial, el silencio y la oración del sacerdote.
Gn 1, 1-2, 2: Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.
Sal 103: Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
O bien
Sal 32: La misericordia del Señor llena la tierra.
Gn 22, 1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Sal 15: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Ex 14, 15-15, 1: Los israelitas en medio del mar, a pie enjuto.
Sal: Ex 15, 1-18: Cantaré al Señor, sublime su victoria.
Is 54, 5-14: Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.
Sal 29: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Is 55, 1-11: Venid a mí y viviréis, sellaré con vosotros alianza perpetua.
Sal: Is 12, 2-6: Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Ba 3, 9-15. 32-4, 4: Caminad a la claridad del resplandor del Señor.
Sal 18: Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Ez 36, 16-28: Derramaré sobre vosotros un agua pura y os daré un corazón nuevo.
Sal 41: Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
O bien
Sal 50: Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Después de estas lecturas, puestos en pie, el Sr. Arzobispo entona el "Gloria in excelsis Deo", y se tocan las campanas; seguidamente se dice la Oración colecta y se hacen las lecturas del Nuevo Testamento.
Rom 6, 3-11: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.
Sal 117: Aleluya, Aleluya, Aleluya.
Mt 28, 1-10: Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea.
Homilía del Sr. Arzobispo.
Tercera parte: Liturgia bautismal
El bautismo es algo más que la puerta de entrada en la Iglesia que uno deja atrás.
Toda la vida del cristiano queda configurada por esta unión con Cristo que el bautismo significa en realidad. Es un injerto en su muerte y en su resurrección.
El bautizado beberá hacer realidad esa difícil paradoja: renunciar y morir a todo lo que en él y fuera de él le lleva al pecado y, al mismo tiempo integrar, con la alegría y optimismo de la resurrección, todo lo que en él y fuera de él está esperando una transfiguración salvadora.
Acabada la homilía, el Sr. Arzobispo, con los ministros, se dirige a la fuente bautismal para bendecir el agua. Durante la procesión, el coro entona las letanías.
Bendición del agua bautismal
El Sr. Arzobispo bendice el agua bautismal con la oración de bendición; el Sr. Arzobispo sumerge el cirio pascual por tres veces. El coro canta: "Fuentes bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos de los siglos".
Cada uno de los catecúmenos hace la renuncia a Satanás y la profesión de fe y, a continuación recibe el bautismo.
Renovación de las promesas bautismales
Acabado el rito del bautismo, o después de la bendición del agua, si no hubo bautismos, todos, de pie y con las velas encendidas en sus manos, renuevan las promesas del bautismo.
Y terminando este rito, el Sr. Arzobispo asperja al pueblo con agua bendita, mientras el coro canta el siguiente himno bautismal: “Vi que manaba agua del lado derecho del templo. Aleluya”. Acabada la aspersión, el Sr. Arzobispo vuelve a la sede, donde, omitida la profesión de fe, dirige la oración de los fieles.
Cuarta parte: Liturgia Eucarística
El Sr. Arzobispo va al altar y comienza la liturgia eucarística, en la forma habitual.
Tras la bendición, el Diácono, para despedir al pueblo, dice: "Podéis ir en paz, Aleluya, aleluya", y el pueblo responde: “Demos gracias a Dios, Aleluya, aleluya”.
Horario de las celebraciones
10,00 h. Canto Coral de Laudes
23,00 h. Vigilia Pascual en la Noche santa