Mirarán al que traspasaron

"Mirarán al que traspasaron" (Jn 19,37)

Nuestra mirada se dirige hoy al Cristo crucificado de la reja de Villalpando, pórtico de la Capilla Mayor. ¡Cuántas miradas a la rejería de Villalpando! ¡Cuántos detalles de la belleza sin igual que la convierten en la reina de las rejerías! ¡Cuántas miradas de fe a Cristo Crucificado! “Mirarán al que traspasaron” (Jn 19,37).

Muchas veces, sentado y hasta abstraído, he mirado la cimera, rematada por un Crucificado de belleza sin igual. Más de dos veces me he preguntado el por qué de este remate y me he consolado con el pensamiento al ver que otras rejerías de la Catedral también se remataban con un Crucifijo de gusto desigual.

Por casualidad o por un aire contemplativo la mirada ha girado desde la corona a los pies y he recordado que una soga le amarraba a las alturas. ¿Sólo por sostener el peso? ¿Sólo por embellecimiento? ¿No será el lazo que une el cielo con la tierra?

En esta suposición, con ojos que miran a lo alto, pero que se detienen en el suelo, me ha surgido un reflejo de trascendencia. Hasta hoy no me había sorprendido un detalle. Resulta que en peana, hay una rodela con calaveras. Victoria del Crucificado. Sí, por supuesto. Profecía del Crucificado, desde luego. Por más riqueza que ostente la rejería, por más ingenio en la decoración, por más toisones que blasonen la nobleza, hay una cosa cierta, nada es definitivo, ni hay motivo de distinción. El mismo Cristo Crucificado Salvador está asentado sobre una realidad, las calaveras. Si solo miras por fuera, quedas extasiado ante la belleza. Si la mirada es interior, surge un rayo de esperanza: desde la calavera hay un abrazo del Crucificado.