The Transparente altarpiece
La deslumbrante arquitectura que ocupa el Trasaltar, justo en el lugar de la girola que mira hacia las capillas de los ábsides de la cabecera, ha sido objeto de las más contrapuestas valoraciones, según el gusto personal del crítico o estudioso que ha abordado su estudio y descripción. Ya en 1672 Francisco Rizi presentó un primer boceto, pero será Narciso Tomé quien realice la obra de acuerdo con un grandioso proyecto que él mismo elaboró y ejecutó entre los años 1720 y 1732, durante el episcopado de Don Diego de Astorga y Céspedes que costeó la obra y dispuso su enterramiento a los pies de la misma.
El Transparente, prodigioso modelo de arquitectura escenográfica barroca, fue ideado con la finalidad esencial de iluminar con luz natural, obtenida con el atrevido recurso de abrir un amplio ventanal en la bóveda, el reducido espacio o capilla que queda tras el Retablo Mayor, en que se reserva el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Mármoles y jaspes de la más exquisita calidad sirvieron para la ejecución de la espectacular escenografía diseñada por Narciso Tomé, que ideó todo un apoteósico conjunto de esculturas y pinturas en que exprimió el simbolismo y la exaltación eucarística, de acuerdo con el lugar y la finalidad del proyecto.
Sobre un elegante altar, cuyo frontal simula finísimas labores de encaje en mármol, se eleva la majestad de la Virgen María con el Niño en los brazos, como ofreciéndolo en primicia eucarística a todos los hombres. La Eucaristía se inicia con el misterio de la Encarnación: Dios se hace hombre y finalmente quedará entre los hombres en las formas del Pan y el Vino, aludidas en las ofrendas que se representan, a cada lado, en sendos paneles con escenas en bajo-relieve de la vida de David.
El cuerpo del central del inefable retablo de mármol que viene a ser el Transparente lo ocupa el Óculo o ventanal redondo por donde penetra la luz hasta el espacio del Sagrario o Santísimo Sacramento. La sensación que se pretende es imitar el esplendor del Sol. Desde su centro brota toda una eclosión de rayos solares en forma de potencias, dando a entender que el Santísimo Sacramento es la divina Luz que nos ilumina en nuestra vida. En su derredor, en abigarrada pero sublime confusión, se amontonan deliciosamente figuras de mármol, los arcángeles Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel (éste con un incensario), ángeles y nubes en atrevidísimas posturas y arriesgados escorzos y distorsiones, que dan una asombrosa impresión de movimiento.
Sobre este cuerpo central del Óculo se asienta el conjunto de figuras de tamaño natural de una Última Cena, en que los Apóstoles y la figura de Cristo han sido dispuestos con absoluto dominio de la perspectiva y la finalidad de toda la obra. Se trata del momento en que Cristo formula definitivamente el sacramento de la Eucaristía.
Más arriba, el remate en todo lo alto es el símbolo de la Catedral: la Imposición de la Casulla a San Ildefonso. Y las figuras de las Virtudes Teologales Fe, Esperanza y Caridad, en íntima conexión con el culto al Santísimo Sacramento.
Ahora bien, no sólo el retablo marmóreo del trasaltar es objeto de exaltación del simbolismo eucarístico. También la bóveda traspasada en lo alto, con su esplendente ventanal, exhibe toda una escenografía de clara alusión eucarística. En este caso, se trata de escenas pintadas al fresco. Una de ellas representa el Robo de la Copa de que fue acusado Benjamín, el menor de los hijos de Jacob, copa que fue buscada entre los sacos de trigo… Otra pintura muestra la Lluvia de pan cocido sobre el campamento de los ejércitos de Gedeón y Madián… También están representados los profetas mayores Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, sosteniendo cada uno una especie de pergamino extendido en que se pueden leer textos eucarísticos… En fin, hasta los Veinticuatro Ancianos del Apocalipsis aparecen en estos frescos adorando al Cordero, mientras Dios Padre sostiene el Libro de los Siete Sellos y el Cordero lo abre. Toda una espectacular escenografía eucarística que no tiene igual en el arte de la Iglesia. Y que termina por situar a la Catedral de Toledo a la cabeza de los templos eucarísticos de la Cristiandad. La Catedral Primada es Santuario Eucarístico por excelencia.