Domingo de la samaritana
Nuestro Señor vino a la fuente como un cazador; pidió agua para poder darla. Pidió de beber como cualquiera cuando esá sediento: para tener ocasión de apagar la sed. Hizo una petición a la Samaritana, para poder enseñarle, y ella, a su vez, le hizo una petición. Aunque rico no se avergonzó de mendigar como un indigente para enseñar a la indigente a pedir.
Había apartado a sus discípulos para que no espantaran su presa; echó un cebo a la paloma, esperando ganar así toda una bandada. El inició el diálogo con una petición, para provocar confesiones sinceras. Dame de beber. Pide agua, porque él promete agua viva. Pide; después cesó de pedir, porque la mujer dejó su cántaro. Los pretextos habían cesado, porque la verdad que ellos debían esperar estaba ya presente.
San Efrén, Comentarios sobre el Diatesaron, 12, 16
Celebración litúrgica
Ex 17, 3-7. Danos agua de beber.
Sal 94. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón”.
Rom 5, 1-2. 5-8. El amor de Dios ha sido derramado en nosotros con el Espíritu que se nos ha dado.
Jn 4, 5-42. Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.