Al entregar el Señor a su querida Esposa, la Iglesia, en la última cena, el sacrificio memorial de su Pascua, mandó a sus Apóstoles y a sus Sucesores que lo ofrecieran para actualizar el misterio de la Redención del género humano (Cf. Conc. de Trento, sesión XXII, cap. 1). La Iglesia, extendida de Oriente a Occidente, se ha mostrado siempre fiel en el cumplimiento del mandato del Señor.
La manera propia y peculiar con que cada Iglesia ha verificado el mandato del Señor de celebrar el memorial eucarístico, ha quedado plasmado en lo que hoy llamamos Ordo Missæ. Fundamentalmente idéntico, varía, no obstante, de un Rito a otro Rito, manifestando al mismo tiempo la unidad y la catolicidad de la Iglesia de Cristo.
Las Iglesias de la Hispania Romana interpretaron el mandato del Señor de celebrar la Eucaristía según su propia personalidad e idiosincrasia, forjada en la aceptación de la Tradición que a su vez transmitieron a las generaciones posteriores. De esta manera se fue elaborando el Ordo Missæ propio de las Iglesias de España y con el Ordo Missæ, todo el conjunto del rito llamado visigótico o hispano-mozárabe.
La elaboración del Rito fue obra lenta, cuyos resultados pueden apreciarse en los Concilios Hispano-Romanos y Visigóticos, sobre todo en los Concilios III y IV de Toledo. San Isidoro en su Liber primus de Ecclesiasticis Officiis (PL 83, 752-753) dedica un amplio comentario a la serie de oraciones variables que constituyen uno de los elementos más característicos del Ordinario de la Misa Hispano-Mozárabe.
Suprimido el Rito a instancias del Papa Gregorio VII en 1080, pervivió, no obstante, en las Parroquias Mozárabes de Toledo todavía bajo dominio musulmán. Efectuada la Reconquista en 1085, se planteó el problema de la sustitución del Rito para los fieles de la Mozarabía toledana, que veían en él el vínculo que les había mantenido firmes en su fe cristiana. La solución de compromiso fue que se mantuviera el Rito ancestral para los Mozárabes agrupados en seis Parroquias, mientras que las Parroquias, creadas para los nuevos pobladores castellanos y francos, seguirían el Rito romano lo mismo que el restaurado Cabildo Catedral.
Consciente el Cardenal Cisneros, Arzobispo de Toledo, del patrimonio teológico, litúrgico y cultural del antiguo Rito que se mantenía aún vivo en las citadas Parroquias toledanas y para asegurar su permanencia, editó en 1500 el Misal y fundó la Capilla del Corpus Christi en la Catedral Primada de Toledo, para que en ella se celebrara la misa y el oficio según tan venerable liturgia. Rito que ha perdurado hasta nuestros días gracias a la Capilla Mozárabe y a las familias mozárabes, descendientes de aquellos que, en medio de los musulmanes, mantuvieron su fidelidad a la fe expresada en su Rito propio y peculiar.
El Cardenal Cisneros, al editar el Missale Mixtum o misal plenario para mejor adaptarlo a su época, integra un Ordo Missæ que se encontraba en algunos códices del Misal Romano Toledano, que, como otros libros litúrgicos occidentales, había sufrido las influencias medievales. Dicho Ordo Missæ no representaba un proceso evolutivo y homogéneo de la Misa Mozárabe. El Cardenal Lorenzana en 1804 se limita a reeditar este Misal.
Son razones litúrgico-pastorales las que han movido al Concilio Vaticano II a promover la reforma de la liturgia romana, a fin de que los fieles participen plena, activa y conscientemente en las celebraciones litúrgicas (Cf. Sacrosanctum Concilium 14). Esta misma solicitud se hace extensible a los otros ritos no romanos, los cuales, si fuere necesario, han de ser revisados según la sana tradición para que adquieran nuevo vigor.
De acuerdo con estas directrices conciliares fue surgiendo en Toledo la idea de que había que acometer de alguna manera la reforma del Rito. La Capilla Mozárabe inició pequeñas reformas formales de adaptación coincidiendo con el interés científico sobre el Rito que cristalizó en el 1 Congreso Internacional de Estudios Mozárabes el año 1975.
Considerado el Arzobispo de Toledo por la Santa Sede como Superior Responsable del Rito Hispano-Mozárabe, creí oportuno afrontar una reforma profunda del mismo a fin de que en los lugares en donde habitualmente se celebra y en donde pudiera celebrarse por diversas razones, se dispusiera de los respectivos libros litúrgicos renovados que hicieran posible una digna celebración de los Misterios del Señor.
Para ello propuse a la Conferencia Episcopal Española la conveniencia de la Revisión del Rito. La Conferencia Episcopal me encargó la realización de tal proyecto. Para lo cual instituí el 12 de julio de 1982 una ComiSión de expertos que desde esta fecha ha venido trabajando en ello.
El 17 de julio de 1988, festividad de las Santas Justa y Rufina, titulares de la Parroquia Mozárabe de Toledo, la Santa Sede aprobaba ad interim los primeros frutos del trabajo realizado, a saber, el Ordo Missæ, el Propio del Tiempo del Misal y los Prenotandos, que previamente habían sido aprobados por la Conferencia Episcopal Española.
Esperamos que con este Misal Hispano-Mozárabe sea más consciente, más plena y más activa la participación en la celebración eucarística. Esta es la finalidad que nos hemos propuesto al revisar los libros litúrgicos según la manera propia y peculiar con que las Iglesias de España celebraron el sacrificio de la Misa, el Memorial de la Pascua del Señor, esperando su retorno glorioso desde el cielo.
Ahora se ofrece a la Iglesia de España la edición de los Prenotandos y el Ordo Missæ, como primer paso de la reforma del venerable Rito.
Toledo 2 de enero, festividad mozárabe del Inicio del año, del año 1990.
† Marcelo Card. González Martín
Cardenal Arzobispo de Toledo Primado de España
Superior Responsable del Rito Hispano-Mozárabe